Hacia a fines de los ochenta, 1987 concretamente, estuvo muy de moda la nouvelle de Patrick Suskind La paloma. Digo nouvelle ateniéndome exclusivamente al criterio de extensión. Se trata de una obra breve, muy breve en relación a los novelones que se están escribiendo en ese momento en otros países de Europa, novelones en su mayoría tendientes a entretener a las masas ociosas, sin la intención de hacer pensar al lector, como sí ocurre con La Paloma.
Una obra que desconcierta y provoca al lector, a partir de un hecho en principio insignificante: la presencia repentina de una paloma en la vida rutinaria de un hombre. Por cierto, se trata de un recurso alegórico, a una presencia que alude al estado de conciencia, a esa extraña capacidad de conectar de pronto y sorpresivamente a una nueva realidad, a un nuevo modo de ver el mundo y al sí mismo.
Jonathan Noel es guardia de un banco
en París, lleva más de veinte año en aquel trabajo rutinario. Es un hombre
solitario, ha tenido una infancia triste, huérfano de padres, recogido por un
tío, ha pasado por la Guerra, se casó alguna vez con una mujer que terminó
yéndose con otro… Es decir, una vida nada amable. Sin embargo, ahora lleva buenos
años bajo la quietud de aquel trabajo rutinario de guardia en un banco. Un
trabajo que lo obliga a permanecer durante toda la jornada de pie frente a la
puerta de entrada, y a estar pendiente del portón que debe abrir toda vez que
el gerente entre o salga del banco en su flamante automóvil.
La inesperada presencia de la paloma
en el pasillo de la pensión donde habita desde hace más de veinte años, será el detonante de una psicosis
contenida por años, la psicosis existencial por la que todo hombre en algún
momento de su vida pasa, tras preguntarse por el sentido de su existencia.
Entonces la vida del servicial y aplicado funcionario de banco, a partir de aquel
momento crucial, se volverá un caos, y como primera medida huirá de la pensión,
sofocado por la paranoia que ha despertado en su interior la presencia de
aquella paloma, de aquel bicho extraño y horrible, como lo verá a partir de
entonces.
La nouvelle recuerda otras obras que
siguen un decurso parecido respecto al despertar de la conciencia del personaje.
Desde luego, El capote, de Gogol, Bartebly de Melville, La
metamorfosis de Kafka… obras que llevan al lector hacia la toma de
conciencia de sí mismos, a través de la ilustración de personajes claramente
estereotipados. Se trata evidentemente de un leitmotiv que ha iluminado a
muchos escritores en las más distintas generaciones,
haciendo de la obra literaria un estetoscopio para auscultar los latidos más
profundos del alma humana.
Así, La paloma es una visión renovada
de los grandes tópicos no sólo literarios, sino claramente filosóficos, que
conducen y ayudan al hombre a repensar el sentido de su propia existencia. Se
trata de una joya en medio del mar de novelas insustanciales que abarrotan librerías
y bibliotecas del mundo, en su mayoría patrocinadas por la publicidad o por las
mal concebidas políticas culturales de los gobiernos de turno.
Miguel de Loyola – El Quisco –
Relecturas de verano, 2016.

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